Ucrania: Cirujanos se ven obligados a coser los pacientes con hilo de pescar
Testimonio MSF: "Soy cirujano, pero nunca en toda mi vida había visto tantas personas amputadas".
Michael Roesch, cirujano de Médicos Sin Fronteras (MSF), está apoyando al equipo quirúrgico ucraniano en el Hospital nº2. Escribió este relato el pasado 13 de febrero, al tiempo en el que se negociaba el alto al fuego en Bielorrusia.
Enlace: www.europapress.es
La ciudad industrial de Gorlovka, situada en el este de Ucrania, ha estado sometida a constantes bombardeos; sus hospitales están desbordados de heridos, y los suministros médicos se han agotado, los médicos tienen que suturar las heridas de sus pacientes con hilo de pescar. Michael Roesch, cirujano de Médicos Sin Fronteras (MSF), está apoyando al equipo quirúrgico ucraniano en el Hospital nº2. Escribió este relato el pasado 13 de febrero, al tiempo en el que se negociaba el alto al fuego en Bielorrusia.
Cuando llegué a Gorlovka hace algunos días me fui directamente al hospital. Allí vi que los quirófanos del sexto piso ya no funcionaban porque desde que comenzaron los bombardeos es demasiado peligroso trabajar en espacios tan altos. Por ese motivo hay una sala de operaciones, que sí está funcionado, en la planta baja del edificio.
Cada día se reciben entre cinco y veinte víctimas de los bombardeos. La semana pasada, 60 heridos fueron ingresados en un sólo día. Además, durante tres días no hubo agua.
Aunque la ciudad no está en ruinas, ya que los proyectiles y los misiles no destruyen los edificios completamente, las casas más pequeñas de los suburbios sí pueden derrumbarse. Todos los edificios tienen las ventanas destrozadas, lo cual, teniendo en cuenta que la temperatura baja a 10 grados bajo cero durante la noche, se convierte en un grave problema. Ayer pasamos por un parque infantil lleno de marcas en el suelo que habían sido provocadas por los estallidos de los proyectiles. Hay boquetes de bombas por todas partes, incluyendo uno justo en frente del hospital infantil.
Casi no se ven niños
La mayoría de las familias con niños pequeños se han ido. Parece un pueblo fantasma. Muchas de las tiendas están cerradas, no hay cafés o restaurantes. Cuando la gente tiene que salir de sus casas camina muy rápido por las calles. Nadie permanece quieto en un sitio a menos que esté esperando al autobús. MSF llegó a Gorlovka en septiembre y desde entonces mis compañeros han estado abasteciendo periódicamente a este hospital con equipo médico y con los medicamentos necesarios. Cuando el pasado mes de enero el conflicto se intensificó, decidimos establecer un equipo aquí para poder apoyar directamente a los médicos locales y ayudarles, ante la masiva afluencia de heridos, a que pudieran hacer operaciones quirúrgicas de urgencia.
Cada una o dos horas, un proyectil o un misil impacta en algún lugar de la ciudad, completamente al azar. La mayoría de las víctimas son civiles que se encontraban fuera de sus casas, al aire libre, mientras caminaban por la calle o mientras esperaban al autobús. Permanecer dentro de las casas es más o menos seguro, siempre y cuando uno se mantenga alejado de las ventanas.
Hace unos días, una casa situada a 200 metros de donde estamos viviendo fue alcanzada por una bomba. Eran las 5 de la madrugada y la explosión nos despertó repentinamente. Las ventanas temblaban. Salté de la cama, recogí algunas de mis cosas (mi portátil, mis gafas para leer, una navaja y ropa de abrigo) y corrí al sótano buscando refugio. Hacía algunos días había escondido allí un botiquín médico de emergencia y ya estaba pensando en cuando me tocaría utilizarlo. En esos momentos lo único que a uno le pasa por la cabeza es cuándo llegará la siguiente explosión.
Sin suministros
Los hospitales se están quedando sin suministros médicos básicos. Los médicos de otros hospitales ya no tienen suturas quirúrgicas, por lo que los cirujanos están cosiendo a los pacientes con hilo de pescar. A medida que el abastecimiento de agua empeora debido a los bombardeos, la diarrea entre los niños aumenta, pero el hospital infantil se ha quedado sin el suero necesario para evitar la deshidratación. Los medicamentos se van agotando. Nos han pedido insulina, antibióticos, desinfectantes para heridas... hemos recibido una enorme lista de materiales y medicinas que necesitan con urgencia, pero son muchos más de lo que ya hemos traído. Y llevar suministros dentro de la ciudad no es nada fácil. Gorlovka está básicamente rodeada por la línea de fuego, y sólo se puede llegar a ella a través de una estrecha entrada que hay en la carretera. Esta zona es bombardeada a menudo, por lo que es peligroso atravesarla, y suelen cerrarla con frecuencia.
He visitado tres hospitales que todavía están funcionando, pero muchos centros de salud y clínicas están cerradas, en parte debido a los bombardeos, pero también porque alrededor de la mitad del personal médico ha abandonado la ciudad. Los que se han quedado llevan sin recibir su salario siete meses.
Amputados por todas partes
Los últimos seis días han sido realmente angustiosos. Soy cirujano, pero nunca en toda mi vida había visto tantas personas amputadas: la gente sale a hacer la compra y una hora más tarde ya no tienen piernas. Los cirujanos locales, que nunca antes habían tenido que lidiar con heridos de guerra, realizan, por lo menos, una o dos amputaciones al día. Es una situación muy difícil para el personal del hospital, pero lo están afrontando extraordinariamente bien. Como el resto de la gente de aquí, tienen una actitud estoica.
Son muy valientes, calmados y prudentes; están haciendo todo lo que pueden para lidiar con esta situación. Pero es posible sentir que, en el fondo, están muy cerca de la desesperación. Se sienten abandonados por el mundo exterior. Aparte de MSF, no hay otras organizaciones internacionales aquí. La gente está esperando desesperadamente una señal por parte del resto del mundo que les demuestre que no han sido olvidados.
Testimonio MSF: "Soy cirujano, pero nunca en toda mi vida había visto tantas personas amputadas".
Michael Roesch, cirujano de Médicos Sin Fronteras (MSF), está apoyando al equipo quirúrgico ucraniano en el Hospital nº2. Escribió este relato el pasado 13 de febrero, al tiempo en el que se negociaba el alto al fuego en Bielorrusia.
Enlace: www.europapress.es
Cuando llegué a Gorlovka hace algunos días me fui directamente al hospital. Allí vi que los quirófanos del sexto piso ya no funcionaban porque desde que comenzaron los bombardeos es demasiado peligroso trabajar en espacios tan altos. Por ese motivo hay una sala de operaciones, que sí está funcionado, en la planta baja del edificio.
Cada día se reciben entre cinco y veinte víctimas de los bombardeos. La semana pasada, 60 heridos fueron ingresados en un sólo día. Además, durante tres días no hubo agua.
Aunque la ciudad no está en ruinas, ya que los proyectiles y los misiles no destruyen los edificios completamente, las casas más pequeñas de los suburbios sí pueden derrumbarse. Todos los edificios tienen las ventanas destrozadas, lo cual, teniendo en cuenta que la temperatura baja a 10 grados bajo cero durante la noche, se convierte en un grave problema. Ayer pasamos por un parque infantil lleno de marcas en el suelo que habían sido provocadas por los estallidos de los proyectiles. Hay boquetes de bombas por todas partes, incluyendo uno justo en frente del hospital infantil.
Casi no se ven niños
La mayoría de las familias con niños pequeños se han ido. Parece un pueblo fantasma. Muchas de las tiendas están cerradas, no hay cafés o restaurantes. Cuando la gente tiene que salir de sus casas camina muy rápido por las calles. Nadie permanece quieto en un sitio a menos que esté esperando al autobús. MSF llegó a Gorlovka en septiembre y desde entonces mis compañeros han estado abasteciendo periódicamente a este hospital con equipo médico y con los medicamentos necesarios. Cuando el pasado mes de enero el conflicto se intensificó, decidimos establecer un equipo aquí para poder apoyar directamente a los médicos locales y ayudarles, ante la masiva afluencia de heridos, a que pudieran hacer operaciones quirúrgicas de urgencia.
Cada una o dos horas, un proyectil o un misil impacta en algún lugar de la ciudad, completamente al azar. La mayoría de las víctimas son civiles que se encontraban fuera de sus casas, al aire libre, mientras caminaban por la calle o mientras esperaban al autobús. Permanecer dentro de las casas es más o menos seguro, siempre y cuando uno se mantenga alejado de las ventanas.
Hace unos días, una casa situada a 200 metros de donde estamos viviendo fue alcanzada por una bomba. Eran las 5 de la madrugada y la explosión nos despertó repentinamente. Las ventanas temblaban. Salté de la cama, recogí algunas de mis cosas (mi portátil, mis gafas para leer, una navaja y ropa de abrigo) y corrí al sótano buscando refugio. Hacía algunos días había escondido allí un botiquín médico de emergencia y ya estaba pensando en cuando me tocaría utilizarlo. En esos momentos lo único que a uno le pasa por la cabeza es cuándo llegará la siguiente explosión.
Sin suministros
Los hospitales se están quedando sin suministros médicos básicos. Los médicos de otros hospitales ya no tienen suturas quirúrgicas, por lo que los cirujanos están cosiendo a los pacientes con hilo de pescar. A medida que el abastecimiento de agua empeora debido a los bombardeos, la diarrea entre los niños aumenta, pero el hospital infantil se ha quedado sin el suero necesario para evitar la deshidratación. Los medicamentos se van agotando. Nos han pedido insulina, antibióticos, desinfectantes para heridas... hemos recibido una enorme lista de materiales y medicinas que necesitan con urgencia, pero son muchos más de lo que ya hemos traído. Y llevar suministros dentro de la ciudad no es nada fácil. Gorlovka está básicamente rodeada por la línea de fuego, y sólo se puede llegar a ella a través de una estrecha entrada que hay en la carretera. Esta zona es bombardeada a menudo, por lo que es peligroso atravesarla, y suelen cerrarla con frecuencia.
He visitado tres hospitales que todavía están funcionando, pero muchos centros de salud y clínicas están cerradas, en parte debido a los bombardeos, pero también porque alrededor de la mitad del personal médico ha abandonado la ciudad. Los que se han quedado llevan sin recibir su salario siete meses.
Amputados por todas partes
Los últimos seis días han sido realmente angustiosos. Soy cirujano, pero nunca en toda mi vida había visto tantas personas amputadas: la gente sale a hacer la compra y una hora más tarde ya no tienen piernas. Los cirujanos locales, que nunca antes habían tenido que lidiar con heridos de guerra, realizan, por lo menos, una o dos amputaciones al día. Es una situación muy difícil para el personal del hospital, pero lo están afrontando extraordinariamente bien. Como el resto de la gente de aquí, tienen una actitud estoica.
Son muy valientes, calmados y prudentes; están haciendo todo lo que pueden para lidiar con esta situación. Pero es posible sentir que, en el fondo, están muy cerca de la desesperación. Se sienten abandonados por el mundo exterior. Aparte de MSF, no hay otras organizaciones internacionales aquí. La gente está esperando desesperadamente una señal por parte del resto del mundo que les demuestre que no han sido olvidados.
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