Egipto: En un viaje para estrechar las relaciones bilaterales el mandatario ruso acuerda con su homólogo egipcio reforzar la cooperación militar. Ambos regímenes, criticados en Occidente, buscan mitigar su aislamiento internacional.
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El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo egipcio durante una cena en la Torre El Cairo el 9 de febrero I Efe
Un kalashnikov y una planta nuclear son algunos de los regalos que el presidente ruso Vladimir Putin ha ofrecido este martes a su homólogo egipcio Abdelfatah al Sisi en una visita a El Cairo en la que ambos líderes, poco apreciados en Occidente, se han dejado querer y han acordado reforzar la cooperación militar y las relaciones comerciales.
La construcción de la primera planta nuclear del país árabe es, de lejos, el principal fruto de la "luna de miel" de Al Sisi y Putin. Un proyecto soñado durante años por el derrocado Hosni Mubarak que se levantará en la costa mediterránea y que permanecía congelado por disputas con los vecinos de la zona. "Egipto y Rusia han firmado un memorando de entendimiento para construir la primera central nuclear en Dabaa (una ciudad del norte de Egipto)", anunció Al Sisi en una rueda de prensa al término del encuentro.
La instalación podría ayudar a resolver la grave crisis energética que atraviesa el país. Los cortes de electricidad desgastaron rápidamente al islamista Mohamed Mursi pero, un año y medio después del golpe de Estado que le derrocó, las penurias no han cesado. Egipto carece de los recursos necesarios para satisfacer la demanda interna que precisa un voraz crecimiento demográfico. En el encuentro se ha cerrado también el establecimiento de una zona de libre comercio rusa en el Canal de Suez, que se somete desde agosto a un ambicioso remozado.
Al Sisi, que calificó a Moscú de "socio estratégico", también subrayó el compromiso de "continuar fortaleciendo la cooperación militar, especialmente dadas las circunstancias actuales" y de luchar juntos contra el terrorismo. El Cairo se enfrenta a la insurgencia yihadista en la península del Sinaí y, desde la asonada, ha llevado a cabo la campaña de represión más feroz en décadas contra la oposición política.
Más de 3.000 personas han muerto y 40.000 han sido encarceladas, lo que ha suscitado duras críticas de Washington, su aliado tradicional. Rusia, con pocos escrúpulos en materia de derechos humanos y enfrentada a Occidente por su intervencionismo en Ucrania, aspira a ocupar el puesto y refutar -de paso- su aislamiento internacional. La presencia de Putin en El Cairo coincide con la estampida que se cobró la vida de 20 hinchas el pasado domingo en un estadio de fútbol de la capital y que ha vuelto a colocar en primera plana la brutalidad policial.
Pompa y derroche durante dos días
A pesar de la tragedia, la tierra de los faraones no ha escatimado en la visita de dos días. Putin -que llegó en la noche del lunes a la capital egipcia- ha sido recibido como un "héroe", el calificativo usado por uno de los principales diarios del país. Su rostro -bajo un "bienvenido" en árabe, ruso e inglés- inunda el centro de la ciudad. Cortejado por Al Sisi desde su aterrizaje, asistieron juntos a dos pasajes de 'El lago de los cisnes' y 'Aída' en la Ópera de El Cairo y acabaron la velada cenando a vista de pájaro en la torre del acomodado barrio de Zamalek.
Este martes la caravana de coches que transportaba a Putin ha accedido al palacio de Al Qubba escoltada por soldados a caballo agitando la enseña rusa. Música marcial ha acompañado el apretón de manos de los mandatarios. Ya en el interior, Putin -que estuvo por última vez en El Cairo en 2005 para reunirse con Mubarak- ha agradecido la acogida entregando a Al Sisi un rifle AK47 con mango de madera. Durante el encuentro, ambos han abordado también la situación en Oriente Próximo.
Putin -aliado clave del régimen de Bashar Asad- ha confiado en que se celebre una nueva ronda de conversaciones como la que Damasco y parte de la oposición mantuvieron el mes pasado en Moscú. "Espero que la cita conduzca a una solución pacífica de la situación en Siria", ha declarado el presidente ruso. Al Sisi, por su parte, ha insistido en la solución de los dos estados para resolver el conflicto palestino-israelí y en la necesidad de preservar la unidad en la vecina Libia.
En la visita también se han tratado los últimos flecos de un contrato de exportación de gas natural de cinco años de duración con la empresa estatal rusa Gazprom y la venta de trigo a Egipto, el mayor importador del mundo. Sobre la mesa figuraba además un acuerdo de venta de armamento de 3.000 millones de dólares. Una cooperación que ya ha experimento en el último año el relanzamiento de los lazos. Según Putin, el intercambio comercial entre ambos países aumentó un 80% el pasado año, empujado principalmente por el sector agrícola.
La construcción de la primera planta nuclear del país árabe es, de lejos, el principal fruto de la "luna de miel" de Al Sisi y Putin. Un proyecto soñado durante años por el derrocado Hosni Mubarak que se levantará en la costa mediterránea y que permanecía congelado por disputas con los vecinos de la zona. "Egipto y Rusia han firmado un memorando de entendimiento para construir la primera central nuclear en Dabaa (una ciudad del norte de Egipto)", anunció Al Sisi en una rueda de prensa al término del encuentro.
La instalación podría ayudar a resolver la grave crisis energética que atraviesa el país. Los cortes de electricidad desgastaron rápidamente al islamista Mohamed Mursi pero, un año y medio después del golpe de Estado que le derrocó, las penurias no han cesado. Egipto carece de los recursos necesarios para satisfacer la demanda interna que precisa un voraz crecimiento demográfico. En el encuentro se ha cerrado también el establecimiento de una zona de libre comercio rusa en el Canal de Suez, que se somete desde agosto a un ambicioso remozado.
Al Sisi, que calificó a Moscú de "socio estratégico", también subrayó el compromiso de "continuar fortaleciendo la cooperación militar, especialmente dadas las circunstancias actuales" y de luchar juntos contra el terrorismo. El Cairo se enfrenta a la insurgencia yihadista en la península del Sinaí y, desde la asonada, ha llevado a cabo la campaña de represión más feroz en décadas contra la oposición política.
Más de 3.000 personas han muerto y 40.000 han sido encarceladas, lo que ha suscitado duras críticas de Washington, su aliado tradicional. Rusia, con pocos escrúpulos en materia de derechos humanos y enfrentada a Occidente por su intervencionismo en Ucrania, aspira a ocupar el puesto y refutar -de paso- su aislamiento internacional. La presencia de Putin en El Cairo coincide con la estampida que se cobró la vida de 20 hinchas el pasado domingo en un estadio de fútbol de la capital y que ha vuelto a colocar en primera plana la brutalidad policial.
Pompa y derroche durante dos días
A pesar de la tragedia, la tierra de los faraones no ha escatimado en la visita de dos días. Putin -que llegó en la noche del lunes a la capital egipcia- ha sido recibido como un "héroe", el calificativo usado por uno de los principales diarios del país. Su rostro -bajo un "bienvenido" en árabe, ruso e inglés- inunda el centro de la ciudad. Cortejado por Al Sisi desde su aterrizaje, asistieron juntos a dos pasajes de 'El lago de los cisnes' y 'Aída' en la Ópera de El Cairo y acabaron la velada cenando a vista de pájaro en la torre del acomodado barrio de Zamalek.
Este martes la caravana de coches que transportaba a Putin ha accedido al palacio de Al Qubba escoltada por soldados a caballo agitando la enseña rusa. Música marcial ha acompañado el apretón de manos de los mandatarios. Ya en el interior, Putin -que estuvo por última vez en El Cairo en 2005 para reunirse con Mubarak- ha agradecido la acogida entregando a Al Sisi un rifle AK47 con mango de madera. Durante el encuentro, ambos han abordado también la situación en Oriente Próximo.
Putin -aliado clave del régimen de Bashar Asad- ha confiado en que se celebre una nueva ronda de conversaciones como la que Damasco y parte de la oposición mantuvieron el mes pasado en Moscú. "Espero que la cita conduzca a una solución pacífica de la situación en Siria", ha declarado el presidente ruso. Al Sisi, por su parte, ha insistido en la solución de los dos estados para resolver el conflicto palestino-israelí y en la necesidad de preservar la unidad en la vecina Libia.
En la visita también se han tratado los últimos flecos de un contrato de exportación de gas natural de cinco años de duración con la empresa estatal rusa Gazprom y la venta de trigo a Egipto, el mayor importador del mundo. Sobre la mesa figuraba además un acuerdo de venta de armamento de 3.000 millones de dólares. Una cooperación que ya ha experimento en el último año el relanzamiento de los lazos. Según Putin, el intercambio comercial entre ambos países aumentó un 80% el pasado año, empujado principalmente por el sector agrícola.
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